Isabel Sofía se le mide al cuadrilátero de CWS

POR ISABEL SOFIA CABRALES / ESPECIAL PARA ALÓ
Había visto un encuentro de lucha libre en televisión hace años. Siempre me intrigaron los rostros de los personajes que se escondían detrás de esas mascaras y de las capas brillantes.

La cita con la Sombra Espinoza (Ecu) el maestro que me enseñaría unas cuantas llaves, era a las 12:15 del medio día, en un salón cultural del barrio Policarpa, en el sur de Bogotá. Cuando entre al lugar me llamo la atención un hombre de sonrisa amplia y muy amistosa que acomodaba la lona. Lo acompañaba su hijo. Le di la mano, pero que me iba a imaginar yo que este personaje de aspecto bonachón seria mi temible contrincante. El maestro me conto su historia. Lleva más de 30 años practicando la lucha libre x-trema, nació en Guayaquil y por el amor de Flor María termino en Colombia. Tienen dos hijos, Johan y Cindy. Con orgullo me aseguro a competido en Perú, Panamá, Portugal y España. Su terrorífico nombre se lo puso el público por su piel oscura y la rapidez de sus movimientos…. Se mueve tan veloz como una sombra. Entramos al improvisado camerino. El salió con traje de cebra y una impresionante capa plateada, con sus botas amarradas hasta la pantorrilla y el cinturón que gano en un mundial en Madrid-pero no Cundinamarca, sino España-, en 1995.

Bote mucha adrenalina cuando casi voltea mis brazos. Tenía la respiración agitada, sudaba, pero no podía parar de reírme. Realmente es muy relajante. Entonces, me conto que el Espanto, Venezolano, ha sido el único que lo ha fracturado. Por los golpes estuvo seis meses incapacitado y con orgullo muestra que casi no puede juntar su antebrazo izquierdo con el bíceps. Entendí que la lucha tiene tanto de show, como de cierto. No podía irme sin salir volando por el cielo. Esa jugada se llama “el saque de judo” pensé que solo me iba a explicar, pero sin percatarme jalo mi cuello y, sosteniéndome espalda, le dio a mi cuerpo una vuelta de 360 grados. Termine en el piso. No sentí dolor, pero si una alegría inmensa: ¡Ya era toda una luchadora. Me conto que en Cali también hay combates, en el coliseo Evangelista Mora, y en Pasto, en el Antonio Ruano. El espectáculo dura dos horas y media. Uno tiende a imaginarse que los luchadores hombres “mala carosos”, de esos que producen miedo en la calle. Luego de la invitación de ALÓ, aprendí que son seres que dedican su vida al divertimiento de otros, incluso poniendo en riesgo sus propias vidas.

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